An ode to those who dare to embrace purpose

#Crypto #Founder Journal

“¿Por qué escribiste esa historia?”- Me preguntó.

Me congelé y no supe qué decir. La espera de una respuesta y no obtenerla en el tiempo adecuado zanjó una distancia entre ellos que, en ese momento pareció insignificante. Pero con el tiempo se volvió insalvable.

Ella le escribía. Todo en la vida merece un nombre. Al menos todo lo que vale la pena. Así que, aquello significativo e irremplazable debería ser descrito y escrito, con todas sus letras y de la manera más bella posible.

Leer sin sentir es vacío y triste. Es un desperdicio del privilegio de estar vivo.

Él la leía. Con avidez. Con el hambre de quien no ha sido amado y apenas roza la superficie de un cariño tierno y naciente. Esperaba como un chiquillo que las misivas llegaran, que las respuestas se expusieran ante él. Era como verle a ella: desnuda y a su merced.

Fueron autora y lector durante el tiempo que la pluma tuvo palabras adentro. Un día se secó. Los párrafos cesaron y el punto al final, se convirtió en el final. Ella dispuso el papel en las impolutas brasas del dolor y él, desde su remoto e inalcanzable descanso, no tuvo más luz para sus textos.

El amor entre dos dura lo que la vida permite. Ni un amante ni otro deciden en qué momento el saludo es el inicio de una larga prosa o sólo un verso que, al aire, toca el corazón y se va.

Degustar las palabras es acariciar el alma. Acercarse al corazón es una bendición que a poquísimos afortunados llega y se queda. El resto debemos anhelarle y vivir esperanzados a que tal vez, el azar nos dé la felicidad.